sábado, 13 de junio de 2009

Hombre... qué demonios te está pasando??

Recuerdo un comercial de televisión en donde se hacía esta pregunta: "Hombre, qué rayos te está pasando?" y sacaban escenas de hombres pidiendo una lechuga en un restaurante, haciéndose manicure y no sé qué otras actitudes poco varoniles. La deducción final era maravillosa: "la belleza donde debe estar".

Una de las cosas que más me ha costado trabajo acá es encontrar lugares a donde solemos acudir los hombres para hacernos "el servicio de los 10 mil kilómetros". Dos ejemplos: la peluquería y (aunque me cueste decirlo) un maldito podólogo que evite que mis garras de tigre rompan mis zapatos por delante.

Hoy llegué primero a un lugar que encontré para éste último servicio. Como suele entrar un hombre que se precia de serlo, entré con cierta incomodidad y pregunté: "disculpe, señorita, busco a alguien que me ayude a mantener a raya mis garras...", y la mujer se me quedó viendo como si no me entendiera. "Busco a un podólogo", afirmé con un poco de vergüenza, a lo que ella respondió "aquí no hay podólogos, somos todos QUIROPEDISTAS!". "No me importa un coño si su personal completo cuenta con un centenar de especialistas con maestría en física cuántica y doctorado en Yale en termodinámica y el principio de Bernoulli, yo sólo quiero que me corten las malditas uñas de los pies!", respondí con gran categoría.

Después de recibir un masaje que yo ni quería que me costó 15 dólares y una embarrada de alguna sustancia para relajar los músculos que olía a insecticida, salí de ese lugar recordando aquél comercial... "hombre, qué diablos te quiere hacer la sociedad moderna???".

Luego cometí el segundo error: me metí a la "peluquería" que identifiqué hace unos meses y me metí a quitarme un poco el peinado estilo prehomínido que ya traía. Me ponen una "batita" negra encima y el tipo que se disponía a cortarme el cabello comienza a mirarme con desconcierto; luego, con tono de alarma en su voz, me pregunta: "las patillas y esta parte de atrás quiere que las dejé con la forma que vienen????!!". Yo no tengo ni idea de "con qué forma iban" mis patillas y no sé si a "la parte de atrás" se refería a mi trasero o qué demonios, pero no pude contestar con el detalle que él hubiera querido esa respuesta. Me limité a decir, con cierto enojo: "SÓLO CÓRTEME EL PELO!".

Qué obscuro objetivo hay detrás de intentar complicar tanto cosas tan sencillas como cortar el cabello de un hombre? Por qué nos estamos complicando tanto la existencia? A veces engancho en Animal Planet programas dedicados a la vida de los chimpances... y, desde el sillón, siento un poco de envidia al verlos felices comiendo bananos.

2 comentarios:

  1. Y sacándose los piojos! En cambio nosotros tenemos que pagar 18 euros por un tratamiento anti-piojos para nuestros hijos! Qué placer sería poder sentarse con calma a sacárselos uno por uno como hacen los monos!

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  2. Desde entonces ya me saco los piojos yo mismo!

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