miércoles, 12 de agosto de 2009

Zoopermarket

Muchas veces escuchamos que todos nos transformamos en un animal salvaje al poner las manos sobre el volante del auto, pero... sucede lo mismo cuando ponemos las manos sobre el carrito del super mercado?

A mí me parece que los pasillos de cualquier Wal-Mart, Carrefour, etc., se convierten en una pequeña muestra de lo que puede ser el periférico mexicano o la calle 94 bogotana, un viernes a las 6 de la tarde... existe todo un ecosistema enriquecido con una fauna tan peculiar como la del Amazonas o la Sabana africana.

Está el mono aullador, que te topas desde el estacionamiento (parqueadero); el ave de rapiña, que te encuentras con sus pequeños carritos ofreciéndote lavar y pulir tu auto por una súper promoción de 100 dólares; el pato criollo, o mujer despistada que camina y defeca en cada lugar donde se detiene, dejando el carrito atravesado a medio pasillo y, finalmente, la vaca, que al pagar en caja, deja su carrito y toma sus bolsas sin moverlo para que tú lo hagas.

Pero hace un par de fines de semana me sorprendí a mí mismo transformándome en tejón revoltoso, luego de un accidente de tráfico... en el super mercado.

Iba yo empujando el carrito, caminando tranquilamente por el pasillo del grupo alimenticio de las "Instant Ramen", disfrutando del solipsismo de lo que se conoce como "Blackberry Prayer" (de lo cual pienso hablar en un post más adelante) o la interesantísima revisión de Twitterberry, cuando de pronto sentí como si de la nada, un Boeing 747 kamikazee se hubiera precipitado con furia sobre mi talón derecho.

Dejé escapar un alarido de dolor implacable que creo incluso se filtró por el audio del tipo que anunciaba las naranjas a tres por mil pesos (hablando en pesos Juan Valdez), de esos dolores que sólo experimentan la mujeres expulsando al bebé en parto natural o los hombres miserables a los que un perfecto imbécil acaba de destrozarles el talón estrellándoles el carrito del súper mercado por detrás.
Después de unos segundos de revolcarme colérico en el piso, sobándome mi taloncito, me giré con rabia a castigar al pedazo de estiércol que me había partido el talón en dos, sólo para encontrar que era un condenado chamaco de escasos 7 años, empujando el carrito de su madre.

"Escuincle hijo de tu..." - alcancé a decir, antes de que su progenitora asomara su irresponsable rostro. Entonces tuve que tragarme mis palabras y me limité a mirar al demoniaco hemorroide con un odio indescriptible en mis pupilas. Y como si su imprudente forma de conducir dentro del supermercado no hubiera sido suficiente, todavía se carcajeó y siguió adelante, dejándome tirado ahí, en medio de mi agonizante dolor.

Así que me levanté presuroso y, todavía cojeando y enjugándome una lágrima, alcancé al engendro del mal justo en la esquina entre el grupo alimenticio de los Marinela y el eje vial número 7, para cerrarle el paso. El pequeño escupitajo se ardió tanto de que no lo dejara pasar, que empezó a perseguirme por todos los pasillos, intentando cerrarme el paso y tirándome encima su carrito cargado peligrosamente de explosivos tipo Ajax Amonia.
Sin embargo, mi amplia experiencia al volante y mi madurez de adulto le impidieron rebasarme una y otra vez, por lo que la persecusión duró varios pasillos, pasando por casi todos los grupos alimenticios, desde los Cocacoláceos hasta los Leguminosos. Pero llegando a las cajas, donde todo se convierte en un caos, el niño maniático intentó un movimiento temerario y prácticamente me embistió para ganarme el paso a la caja. Con un movimiento cuasi felino yo esquivé su golpé mortal y dirigí con velocidad mi carrito hacia la caja, festejando mi triunfo como si fuera la carrera final de la Nascar 2009... pero antes de poder celebrar, mi carrito se estrelló furiosamente contra el talón del tipo de adelante, un organgután de casi 2 metros de alto, que gimió como perro atropellado antes de desplomarse al piso del dolor.

Y mientras corría como gacela de Thompson buscando desesperadamente la salida, sólo alcancé a escuchar un grito que se filtró por el sistema de sonido del supermercado: "Corre, hijo de tu..., que si te alcanzo te mato!!!".