martes, 30 de noviembre de 2010

"Home Office" o "Casa por Cárcel"

Hoy me enfermé y estuve al borde de la muerte. Como los médicos sugieren me quedé en casa haciendo "home office" para evitar propagar virus por todos lados. Una vez más pude constatar por qué hacer lo que se llama "home office" se parece muchísimo, si no es que es lo mismo, a lo que se conoce como "casa por cárcel".

A continuación enlisto 8 aterradoras semejanzas entre uno y otro concepto:

1. La "sala de estudio" se convierte en tu celda. Generalmente ahí está ubicada la computadora con acceso a internet, por lo que es imposible alejarte, salvo que estés dispuesto a perder por un segundo tu conexión con el mundo y, por supuesto, con los pendientes de la oficina.

2. El Blackberry es un auténtico grillete. De ahí el nombre de "blackberry", pues era la bola de metal que le colgaban a los presos en las "patas" a principios de siglo. Hoy, el Blackberry sigue teniéndonos unidos a él como una condena, y alcanza su máxima expresión en el caso del "home office".

3. El "platillo del día" es el "menú presidiario". Si tienes la suerte de que alguien cocine por ti quizá te escapas, pero si estás solo en casa lo más seguro es que sólo tengas tiempo de prepararte un "sanduche" y servirte una gaseosa. No hay tiempo ni para la servilleta (para eso son las mangas).

4. El baño es la única distracción. Si te toca hacer "home office" difícilmente podrás abandonar tu puesto por más de unos minutos, pues toda la gente en la oficina sabrá que estás ahí. Por ello, el baño se convierte en el único justificante para abandonarlo y el cepillo de dientes es tu compañero de celda.

5. La ventana simboliza el anhelo de libertad. Y si la ventana tiene barrotes antiasalto, más todavía. Desde fuera, la gente podrá mirarte sostenido de los barrotes, con nostalgia en la mirada por el mundo que tenías (hasta ayer) y que ahora has perdido (hasta mañana que te sientas mejor).

6. La señora de la limpieza es la guardia custodia. A ella le importa un rábano si estás al borde de la muerte, su misión es cumplir con dejar el lugar limpio, incluyendo los gérmenes que llevas dentro. Por ello te ordena, macana en mano - o escoba, en su defecto - que levantes las 'patas' para que pueda barrer y te tira encima desinfectante para esterilizar el lugar.

7. La pijama es el uniforme de reo. Seamos honestos: si el "home office" es por una enfermedad respiratoria, generalmente nos quedamos en pijama todo el día. Y si la pijama es a rayas... el cuadro es perfecto, sólo hace falta la armónica.

8. Sabes que el destino final es la "silla eléctrica". Bueno, en realidad es la silla de tu lugar en la oficina que te recibirá al día siguiente (si es que ya estás recuperado) con un cúmulo de trabajo pendiente - a pesar de haber adelantado todo lo que pudiste con el internet casero -, listo para darte una "descarga eléctrica" de trabajo represado como castigo por haber faltado un día a la oficina.

sábado, 2 de octubre de 2010

¿Por qué es necesario un embajador extraterrestre?


Hace un par de días trascendió que la Organización de las Naciones Unidas discutía y estaba por designar a una "embajadora" ante un eventual contacto con extraterrestres. La ONU después desmintió este "trascendido" y lo calificó de absurdo.
Sin embargo, yo me llegué a emocionar cuando escuché la nota por primera vez y después me desilusioné cuando supe que era sólo un rumor, pues creo que designar un "representante diplomático intergaláctico" es tan o más importante que lograr la paz en medio oriente. A continuación expongo mis razones:

1. Podríamos alcanzar un acuerdo para que dejaran de secuestrarnos impunemente. Al menos podríamos cobrar indemnizaciones cada vez que se llevaran a algún desafortunado para meterle tubos y sondas por los orificios conocidos y no conocidos de la anatomía humana. Los recursos obtenidos podrían destinarse para el tratamiento psiquiátrico posterior del infeliz secuestrado, reponerle el órgano que le extrajeron o pagarle un viaje a Disney.

2. ALF podría volver. ¿Quién no quisiera volver a ver a ALF? Ahora tal vez aterrizando en un suburbio en Latinoamérica, para que recién estrellada su nave una pandilla de esas "tribus urbanas" le "dieran baje" a los espejos retrovisores, los rines de su tren de aterrizaje y la parrilla delantera de su OVNI. Qué lindo y qué enriquecedor sería tener a ALF en una cumbre del UNASUR, por ejemplo, o de la OEA.

3. Podríamos saber la ubicación de ese horrendo planeta de donde vienen Alien y Depredador. Aunque todos sospechamos que la solución sería dinamitar Hollywood, tal vez ese horrible lugar de donde salieron esos malditos engendros del demonio sí existe, y tendríamos que dar con él antes de que lleguen más entes endemoniados como Cristina Saralegui, Laura de América, Elba Esther Gordillo o Ricardo Arjona.

4. Podríamos hacer intercambio de talentos y conocimientos. Por ejemplo, podríamos intercambiarles a sus mejores científicos y médicos por algunos especímenes terrícolas como un político, que les enseñe cómo un pequeño grupo de inútiles pueden paralizar un país completo; o un presidente ejecutivo que les muestre cómo se hace un buen derrame de petróleo en el medio del mar; o un reconocido deportista que comparta sus secretos de cómo ser infiel y huir de la esposa enardecida que intenta agarrarlo a palazos de golf en la cabeza.
5. Podrían revelarnos oscuros secretos del universo. Quedan todavía muchas incógnitas acerca de lo que sabemos del cosmos, como por ejemplo: ¿era He-Man trasvesti o por qué usaba una camiseta rosada y mallas entalladas, para luego "transformarse" y salir corriendo por la selva en calzones de peluche?, ¿qué oscuro romance existía entre Robotina y George Jetson?, ¿qué se fumó George Lucas para sacar un escupitajo de personaje retrógrado como Jar Jar Bings?, ¿los aliens que se estrellaron en Roswell habían consumido algún estupefaciente y trataban de evitar algún retén con alcoholímetro?, ¿E.T. podía encender cigarrillos con el dedo?, y finalmente ¿los Ewoks eran ratas genéticamente modificadas?

No creo que designar un embajador ante extraterrestres sea un absurdo. Como hemos demostrado aquí, hay muchos temas trascendentales que podrían surgir ante un inminente contacto y nosotros, mientras tanto, podríamos estar perdiendo tiempo y recursos tratando de resolver el conflicto en el medio oriente, combatiendo el terrorismo o luchando contra la pobreza extrema.

sábado, 4 de septiembre de 2010

¿Es usted un empleado productivo o destructivo?


No conozco a alguien que no tenga curiosidad de saber qué tipo de persona ven los demás en él o ella y qué piensan en realidad de su comportamiento. Creo que ése es el éxito de tantos test infames que nos rodean y en los que, confieso, he caído como mosca en la "red". Por eso dedico ahora este 'post' a todos aquéllos que quieren saber si son un empleado "productivo" o "destructivo" de su organización, avalado por mi propio método científico*. Anoten sus respuestas y compárenlas con los resultados al final.

Pregunta 1. Si su jefe pide verlo en su oficina para decirle a usted lo inepto e incompetente que está resultando en su trabajo diario, usted...

A) Entiende que se trata de una dinámica constructiva de retroalimentación positiva basada en estándares de desempeño promedio para el logro de objetivos y, por lo tanto, valor el "feedback".

B) Monta en cólera divina, gime y escupe sin cesar como aquél perro rabioso que vio en un programa de Dicovery Channel, se levanta de la silla enardecido y le parte el cráneo al jefe con el mueble.

Pregunta 2. El director de su organización convoca a una junta con los empleados para comunicarles que la compañía pasa por un mal momento y necesita del apoyo de todos, usted...

A) Entiende que la "organización" funciona como un "organismo" en donde usted es parte del todo y su colaboración es indispensable para lograr los objetivos en beneficio de todos.

B) Usted es el primero en empezar a gritar improperios contra el sujeto y "la empresa de mierda" (sic.), provocando a los demás y convirtiéndose en el "bolchevique corporativo" que conspirará para llevar a la compañía a su fín, antes que hundirse con ella.

Pregunta 3. Almorzando tranquilamente en el comedor de la empresa usted escucha el rumor de que su jefe se está acostando con una de las empleadas, usted...

A) De inmediato salta a defender la cultura corporativa de evitar propagar información sin fundamentos y exige al que comentó el rumor que demuestre lo que dice pues "es una acusación seria".

B) Sale disparado de la cocina a la sección de fumadores donde todos los empleados se reúnen a perder el tiempo para propagar de manera virulenta el rumor, agregando detalles como que la empleada es todavía menor de edad, el jefe tiene sífilis y de paso le agrega que debe dinero al fisco.

Pregunta 4. La empresa va a organizar la fiesta de fin de año en un lugar discreto y en un jueves por la noche, usted...

A) Entiende que la organización hace importantes esfuerzos por ahorrar costos en beneficio de todos y busca evitar el consumo exagerado de alcohol, peligroso para los empleados que manejarán esa noche.

B) Se arde de que no le rentaron el mega salón que usted quería y que no lo dejarán ponerse como cola de perro (hasta atrás, completamente ebrio), por lo que boicotea la fiesta iniciando un pequeño incendio en el salón y tapando los baños con exceso de papel higiénico y "otros" desperdicios.

Pregunta 5. (final) La empresa le asigna a usted un computador nuevo, de la mejor marca, último modelo y con todas las herramientas necesarias para que pueda desempeñar su trabajo sin problemas, usted...

A) Entiende que la organización se preocupa por asegurar que usted cuente con el equipo necesario para no sólo hacer su trabajo bien sino que se sienta agusto y valorado, por lo que duplica su productividad.

B) Lo primero que hace es derramarle adrede el yoghurt soble el teclado la misma tarde que le entregaron el computador y luego darle un par de mandarriazos respetables contra el escritorio a fin de fastidiarlo y alegar que la empresa compra tecnología inservible.

RESULTADOS.
Mayoría de "A".- usted es un empleado modelo, no hay duda de que piensa y actúa como uno solo con la organización y comparte y trabaja para lograr los objetivos, pues su enfoque es "ganar-ganar". Es usted un empleado productivo.

Mayoría de "B".- usted tiene un ligero problema de comportamiento similar al de los hombres conocidos como "neandertales". Es peligroso trabajar con usted, y de hecho es peligroso que usted camine líbremente por las calles. Tiene tendencias homicidas, suicidas y es probable que incluso tenga problemas para contener el flujo de orina de manera involuntaria. Es posible que usted se sintiera más cómodo en un zoológico que en una oficina. Es usted un empleado destructivo.

* La metodología del autor para la identificación de empleados "productivos" o "destructivos" se basa en los años que el autor mismo pasó en una terapia de electrochoques para el manejo del estrés y el conflicto laboral (que él mismo le ocasionaba a otros empleados).

viernes, 23 de julio de 2010

El infierno de lo "bajo en grasa"

Todo en ésta, su humilde casa, es "bajo en grasa". Empezando por la maldita leche "light" que sabe a líquido anticongelante del coche (que una vez probé mientras lo cambiaba, nomás para saber si era realmente tan tóxico como decía la botellita... y sí, es terriblemente tóxico, no lo prueben, yo sé lo que les digo).


Después está la mantequilla también baja en grasa, que parece que le estás untando al pan base de maquillaje. A veces me cuesta tanto encontrarle el gusto a un pan con esta pusilánime mantequilla que le embarro algo de Vick Vaporrub con tal de que me genere alguna sensación en la boca.


Las papas "Springles" que tengo dicen "libres de grasas trans"... a mí me gusta que las cosas estén saturadas de grasa y éstas, en cambio, están completamente libres de grasa y de sabor, es igual que morder un pedazo de cartón. El azúcar por supuesto ni soñar que existe aquí, pues tenemos un maldito edulcorante que después de sorber el café te deja el sabor horrible como de haber chupado un clavo, y la sal es "baja en sodio" lo que significa que te queda un sabor amargo en la lengua que no se te va ni tallándola con "scotch brite" (y eso que tiene cuatro fibras en una).


La gaseosa o refresco es "zero", y aunque no sé qué diablos significa "fenilcetanúricos, contiene fenilalanina", yo me imagino que la fenilanalanala...nilina ésa debe ser una porquería porque el resultado es "zero sabor".

El cereal, que se supone que es una especie extraña de fibra, sabe peor que tragar aserrín... eso sí, debe tallar el intestino con singular alegría, pero para eso bastaría un buche con drano y sabe menos feo.


El colmo ha llegado cuando hasta el agua es "light". Nunca supe en qué momento el agua empezó a contener grasa, pero ahora resulta que hay que quitársela y que el agua de manantial, en donde se duchan las ratas de campo, es más sana que la de la llave-grifo-canilla en donde se duchan las ratas de ciudad.


Total que en esta casa, todo es "bajo en grasa" menos yo, porque la grasa no la bajo ni tragando alimentos "bajos en grasa".

sábado, 10 de julio de 2010

¿La inteligencia se mide de la cabeza al cielo?


Cuando a mis escasos 17 años me di cuenta que no iba a crecer más, supe que iba a ser lo que los científicos denominan en lenguaje altamente técnico y especializado: "chaparro". Y desde entonces pensé que era una desventaja ser "petiso", pues toda nuestra sociedad está enfocada a "destacar" y, al ser bajo de estatura, lo que menos hacía entre las masas era precisamente eso.


De niño recuerdo que en la escuela nos reunían a todos en el patio del colegio para alimentarnos mediante el moderno sistema que se acostumbraba en ese entonces, muy similar al de las gallinas o al de los buitres: las maestras tiraban tripas de cerdo al aire y sólo los más altos alcanzaban a pescarlas al vuelo. Yo, siendo "bajito", no alcanzaba a agarrar nada, de nos ser por algunas que caían al suelo o alguna regurgitación del compañero más alto. Ahí empecé a sospechar que mi estatura era una desventaja.
También me di cuenta que la estatura pequeña podría significar la diferencia entre la vida y la muerte, cuando en las clases de natación, el profesor nos ponía a hacer "calentamiento" en la parte "media" de la piscina, en donde el promedio de mis compañeros tocaba el fondo y podían hacer los ejercicios con brazos y hombros por fuera del agua. Yo, por el contrario, los ejercicios con brazos y hombros que hacía eran manotazos de ahogado, intentando sacar la cabeza del agua para no asfixiarme. Las únicas competencias que ganaba en la alberca eran las de supervivencia.
Pero a lo largo de mi vida me he dado cuenta que ser "petiso" no es tan grave y que, de hecho, tiene algunas ventajas:
  • Una vez en la secundaria un neanderthal lanzó con furia en medio del salón un arma blanca, que me pasó rosando la cabezota pero que finalmente fue a incrustarse con singular alegría en el pecho a otro de mis compañeros que, por cierto, sostenía entre sus manos un machete de carnicero (tomar en cuenta que yo estudié la secundaria en el reformatorio para menores No. 126, llamado "Pequeño Diablillo").

  • Al tropezarme con los cordones de mis zapatos mi cabeza recorría una menor distancia del cielo a la tierra, lo que me evitó varias fracturas al estrellar el cerebro contra más de una roca (eso, y que el doctor también dice que tengo una formación óseo-craneal más dura que el promedio: una extraña enfermedad conocida como "cabeza dura").

  • En las manifestaciones comunistas a las que solía asistir en mi pubertad incendiaria, siempre los gases lacrimógenos con los que nos combatían las fuerzas públicas del bien tendían a ascender, por lo que yo incluso ni siquiera necesitaba gatear para evitar aspirarlos (mientras otros chillaban a moco tendido, yo podía seguir dando puntapies revoltosos a los oficiales en medio de la conmoción)

  • En una de mis primeras oficinas donde teníamos gavetas por encima de la cabeza, nunca me destrocé el cráneo al dejar caer la cubierta de la misma, cosa que ocurría con frecuencia a varios de mis compañeros (que incluso con el tiempo se demostró estadísticamente que era una de las principales causas de muerte en esa oficina).

  • Finalmente, cuando la quincena no me alcanza para pagar mis innumerables deudas, en más de una ocasión me he parado a la salida de un circo y recibo una gran cantidad de propina sin necesitar siquiera poner un cartel (generalmente la gente me tira monedas junto con la frase "la naturaleza se ensañó contigo, hijo". Ah, y también se puede trabajar de asistente de Santa Claus!
Definitivamente no coincido con aquel dicho que le atribuyen a Napoleón: "la inteligencia se mide de la cabeza al cielo", porque la inteligencia no tiene nada que ver con la estatura (al menos no lo han demostrado todavía los estudios). También sé que jamás "destacaré" al entrar a un salón por tener una presencia impresionante y, de hecho, muchísimas veces paso inadvertido. Pero sí recuerdo algo muy interesante que mencionó Al Pacino en uno de los guiones de sus personajes, haciendo alusión a su propia estatura baja: "lo bueno de ser petiso es que nadie espera de ti grandes cosas... tienes la ventaja de sorprender". Una buena ventaja después de todo, ¿no creen?

sábado, 3 de julio de 2010

Terror a volar


Odio terriblemente tener que "volar". Lo encuentro una experiencia no sólo antinatural, sino que te obliga a la convivencia extrema entre seres humanos con los cuales lo único que tienes en común es la necesidad de ir en ese mismo vuelo al mismo lugar. ¿O acaso alguno de ustedes no ha padecido aún el síndrome del "vecino incómodo" de pasillo?

Desde que la vi, sentada ahí en la sala de espera, tuve un mal presentimiento. Y no era tanto por su apariencia desgarbada, sus evidentes 80 kilos de sobrepeso, las migajas que tiraba sobre su regazo al comer una empanada o las flatulencias que de vez en vez dejaba escapar. No, era porque alcancé a escuchar mientras a ambos nos asignaban un lugar en el avión que le había tocado justo a mi lado.

Como la típica pasajera que se quiere adelantar a los demás, se formó en la fila de abordaje mucho antes de que llamaran a nuestros asientos. Siempre he detestado esa actitud en algunos viajeros de querer "ganarle algo a alguien" aunque no saben ni qué, ni a quién. Mis problemas empezaron cuando llegué a mi lugar y la mujer estaba intentando hacer entrar a la fuerza sus tres piezas de equipaje que, obviamente, no quiso documentar y que algún torpe de la aerolínea no la obligó a hacerlo.

Después de lograr meter dos de esas piezas, empezó a sufrir con su última maleta, una respetable valija 'Samsonite' de gran tonelaje. Ella sufría al levantarla del piso y tratar de encajarla en los compartimentos superiores: sudaba y gemía como un pequeño cerdo de vez en cuando al pellizarse los dedos empujando la maleta. Detrás de ella estaba yo, seguido de una fila de furiosos pasajeros que me miraban a mí, como si yo tuviera la culpa de que la infame mujer tardara tanto.

"¿La ayudo?" - pregunté caballerosamente, a lo que ella respondió: "¡Menos mal! Si me ve que estoy sufriendo con esto...", como si fuera mi responsabilidad su estupidez. Tomé su maleta y casi me saco una hernia tratando de levantarla del piso. "¿Qué trae usted aquí? ¿Piedras?" - pregunté mientras forcejeaba para introducir aquella valija; ella no respondió, se limitó a mirarme sufrir mientras la auxiliar de vuelo me gritaba desde lejos con la cara encendida, pensando que era mi equipaje: "¡Señor, eso no va a entrar ahí!". Yo no estaba dispuesto a perder más tiempo bajándole sus tres malditas maletas para documentarlas, por lo que la emprendí a puñetazos salvajes contra la maleta, logrando meterla hasta el fondo no sin antes conseguir que la mujer gritara: "¡no le pegue que traigo unos fetos de gato siamés metidos en botellas de formol!".

La infame mujer se sentó en el asiento del medio y yo quedé en el pasillo. Todavía no despegábamos cuando sus malditas botellas de formol me empezaron a gotear en la cabezota desde el compartimento superior. "Señora, su formol me está goteando" - le indiqué con elegancia, a lo que ella gruñó: "¡le dije que no la golpeara!". El formol mezclado con los cadáveres de los gatos generó tal pestilencia que la auxiliar de vuelo se acercó a mí y antes de alcanzarme, la diabólica mujer liberó una sonora flatulencia, por lo que la azafata pensó que había sido yo. "Señor, si tiene algún problema de dispepsia grave lo invito a pasar al fondo del avión donde están localizados los baños" - me dijo.

Así me soplé 2 horas de vuelo, con líquidos de gatos muertos sobre la cabeza y recibiendo los escupitajos de la "mujer tapir" mientras devoraba la pasta que le habían servido. Calculo que la salsa le cayó mal porque empezó hacer muecas y ruidos raros con el estómago, y a retorcer las piernas como si quisiera evitar que se le rompiera la fuente aunque no estaba embarazada. Después de algunos estertores y sudando como puerco en matadero, me pidió dejarla pasar al baño. Con la bandeja de alimento frente a mí empecé a sufrir con la peripecia, pues yo intentaba levantarme del lugar para dejarla pasar, pero ella tenía una prisa infernal por lo que no esperó a que yo me incorporara, sino que se avalanzó frente a mí con la rapidez de un rinoceronte africano en plena carga.

Su voluminoso cuerpo no alcanzó el pasillo, por lo que se me vino encima de manera bestial, no sin antes liberar nuevamente una sonora flatulencia que no impidió que yo escuchara claramente cómo al caerme encima los huesos de mis rótulas crujían y protestaban con violencia. "¡Ay, hija de la...!" - se me escapó un leve improperio producto del dolor, al cual ella no prestó atención y corrió al baño dejando un rastro extraño en mi pantalón y por el pasillo del avión.

Una hora más duró mi tortura hasta que el avión finalmente tocó tierra. La maldita mujer no pudo descargar sus valijas de los compartimentos superiores, por lo que otra vez tuve que bajarle los ataúdes de sus mininos infernales, teniendo como testigos tras de mí a una horda de viajeros que me miraban con asco por la pestilencia de mi cabeza y mi mancha en el pantalón.

Comprenderán mi prisa por abandonar la aeronave por lo que empecé a apurar a la mujerzuela que avanzaba delante de mí con la lentitud de quien padece un problema psicomotor severo. Los viajeros detrás de mí empezaron a presionarme más y más. Casi logré alcanzar la salida del avión cuando por la premura de todos me tropecé con la valija de los gatos fétidos que arrastraba el manatí aquel, y le caí encima al final del pasillo, llevándome conmigo a dos de las auxiliares de vuelo. De inmediato me saltaron el capitán y su copiloto, sometiéndome en el piso, alegando algo de "acoso sexual" que yo no alcancé a escuchar bien en medio del alboroto.

Hoy, a varios meses del incidente y a pesar de estar usando Ajax Amonia para lavarme el cuero cabelludo, todavía no logro quitarme el olor a gato muerto que traigo en la cabezota...

jueves, 18 de marzo de 2010

Santos mandarriazos, Batman!

Todos sabemos que en un gimnasio la fauna se divide en al menos dos tipos de especímenes: los "posers" o aquéllos que se sienten Lou Ferrigno en sus mejores épocas, y los que entramos para realmente intentar evitar el infarto.

Yo me inscribí de vuelta hace dos meses en un gimnasio o "gym" (para que suene nice), intentando entrar en la segunda categoría, pues últimamente la única pasión que transita por mis venas es el colesterol. Así que empecé con el mismo entusiasmo con el que lo hice hace como 15 años, decidido a recuperar el tiempo perdido y retomar el cuerpo escultural de anuncio de Calvin Klein que tenía cuando adolescente (hoy lo único que me queda de anuncio de Calvin Klein son los calzones y mi estatura de Michael J Fox - para quienes recuerden a "Calvin" de "Back to the Future").

Así que llegué el primer día pensando "si a los 18 años levantaba 80 kilogramos de benchpress, hoy debo haber triplicado mi fuerza como lo he hecho con mi inteligencia y sabiduría". Decidido, me recosté en la banca, hice un par de payasadas simulando que calentaba, y tomé la barra con 60 kilos dispuesto a impresionar a todos. Empecé a forcejear, a hacer ruidos guturales, apretar los dientes, apretar el estómago, cruzar los dedos de los pies, y la maldita barra no se movía un milímetro. El rostro se me empezó a incendiar y se me taparon los oídos del esfuerzo antes de escuchar un crujido terrible... afortunadamente no fue la columna vertebral la que se me partió, sólo se me desgarró el pants de manera vergonzosa.

De inmediato me levanté y miré a mi alrededor para ver si alguien había visto semejante espectáculo o escuchado mi infortunio. Afortunadamente todos estaban demasiado concentrados en mirarse a sí mismos al espejo. Con disimulo me levanté del banco, me amarré la sudadera a la cintura para ocultar el accidente y me resigné a dejar el benchpress para después. Me concentraría en las mancuernas para el bíceps, pues siempre habían sido mi fuerte! Con férrea determinación, mostrando mis bíceps esculturales y haciendo alarde de fuerza, tomé las mancuernas de 30 libras y... casi me arranco los brazos tratando de alzarlas! "No me van a ganar estas malditas pesas!" - pensé para mí y seguí intentando levantarlas, sudando como cerdo en matadero, hasta que el tipo que estaba a mi lado me dijo en voz baja: "no te esfuerces demasiado, no se te vaya a escapar un gas".

Con el amor propio herido me resigné una vez más y fui por las mancuernas de 15 libras. Como una nena las levanté y empecé a trabajar el bíceps. Con cada repetición sentía que mis músculos retomaban la energía perdida durante años, que mis bíceps volvían a ser aquéllos del anuncio de Calvin Klein, y al mirarme al espejo vi en mi reflejo al mismísimo Matthew Mcconaughey ejercitándose... hasta que llegó a mi lado el mismo tipo del comentario del gas a ejercitarse también con mancuernas de 40 libras como si fueran globos de helio.

Humillado, decidí no seguir haciendo el ridículo. Dejé las pesas y me fui al área de cardio a buscar una caminadora para correr algunas decenas de kilómetros. Inicié bastante bien, pero al cabo de un par de minutos comencé a sentir que mi energía se iba por algún lugar del cosmos. Y justo en ese momento, el tipo que me había estado poniendo en ridículo se subió a la caminadora contigua para empezar a correr.

Con el orgullo herido, retomé fuerzas y empecé a correr como nunca lo había hecho en la vida: comencé a aumentar la velocidad de la caminadora, y con cada incremento mi cuerpo se sentía más ligero, más vivo. La adrenalina me recorría de pies a cabeza y me sentía una gacela sobre la banda. Alcancé la velocidad de 20 kph y ya mi ser prácticamente flotaba sobre esa máquina... hubiera podido romper mi propio récord y dejar al tipo aquel humillado a mi lado de no ser porque a esa velocidad pisé mal el costado de la caminadora y el costalazo que me di contra la banda fue brutal! Creo que el mandarriazo se escuchó hasta la panadería y tintorería contiguas al "gym". Y a pesar de que me dolía hasta el bulbo raquídeo y que sabía que todo el mundo se había dado cuenta de mi mandarriazo, me levanté con calma, me sacudí las rodillas, me limpié la sangre de la cabeza, me devolví la rótula a su lugar y salí del "gym" enjugándome las lágrimas como una nena.

Ahora estoy inscrito en otro gimnasio.

martes, 2 de marzo de 2010

Un año en el autoexilio

Ayer cumplí un año viviendo en Colombia. Qué fácil se dice. Qué difícil hacer un balance. Por un lado, la mitad del corazón se deja atrás en la tierra que uno llama hogar, y por otro el corazón siembra nuevas esperanzas en el lugar al que se llega.

Y balance no es lo que buscamos todos en la vida? Balance entre vida y trabajo. Balance entre ocio y responsabilidad. Balance entre calorías y ejercicio. Balance entre Dios y el Diablo... Hacer un balance significa poner cosas buenas y malas, y creo que en esta experiencia nada es completamente bueno o malo.

Lo que sí creo es que vivir lejos de la tierra que lo ve nacer a uno, lejos de la familia y amigos de toda la vida, es una experiencia enriquecedora en todos los aspectos, siempre que no sea por circunstancias lamentables, como bien lo dice León Gieco. Más aún cuando esa tierra que lo recibe a uno es Colombia, y aquí vale la pena hacer una retrospectiva...

Recuerdo la expresión en la cara de algunas personas hace un año cuando les decía que me iba a vivir a Colombia. Puedo decir con certeza que el 80% arqueaban las cejas y mencionaban la palabra "COLOMBIA" con entonación interrogante-aterradora, como si yo estuviera completamente loco. Creo que en igual porcentaje la gente me daba su opinión de Colombia como si fuera "tierra de nadie", en donde la inseguridad y el narcotráfico eran el pan de cada día.

Hoy, a un año de vivir aquí, puedo decir que Colombia tiene los mismos retos que tiene cualquier país en América Latina y que, a diferencia de muchos otros, los ha venido superando a lo largo de los últimos 10 años. La inseguridad y el narcotráfico son el cáncer de nuestros países, pero siento que Colombia los ha intentado combatir con voluntad real y mucho mejores resultados que tantos otros.

Y contrario a esos estereotipos, lo que sí hallé en Colombia fue un lugar lleno de gente cálida, extraordinariamente amable y agradable, con auténtica pasión en la sangre que me imagino que más allá de hacerles llevar un ritmo estupendo en el reguetón o el vallenato, se les nota en todo lo que hacen, en la manera en la que sonríen y en la forma en que encaran la vida dándose siempre un espacio para "gozarla".

Sí, dejé amigos y familia atrás, gente a la que quiero mucho y no puedo dejar de pensar en cuándo será la siguiente vez en que los vea. Pero para ser justo también debo decir que acá he encontrado gente fantástica a la que me alegra enormemente haber tenido oportunidad de conocer más en profundidad. Al final, la gente es la que hace un país y un lugar... y si por la gente que he conocido puedo juzgar a Colombia, estoy feliz de haber tenido la oportunidad de poder escribir estas crónicas desde el autoexilio.

DEDICATORIA ESPECIAL: en esta especie de aniversario quiero dedicar el espacio de hoy a gente con nombre y apellido - a Marie, a mis padres, a los Pautasio Queirolo, a la Vicky, a los Camacho, a los Gaona, a mi equipo en México Luis Carlos, Castellanitos, Berus, Adrix, Ro, Nuri, Minkus, Wendinha, Kandinsky, Páez, Carola y Fango, a mi equipo en Colombia (muy extenso para nombrar), a Renix, a Ingrid Motta, a Claudia Adriasola, a mis tweeters favorit@s @uva98, @MMIUXX, @hiperjana, @luserrano... gente que llena mi vida en cualquier lugar del mundo en el que esté.