sábado, 9 de mayo de 2009

"No tiene la culpa el indio..."

Una vez más apelo a la sabiduría popular de mi pueblo para hacer una reflexión "a posteriori" de la paranoia creada por el nuevo jinete del apocalipsis: la influenza. Y viene al caso, porque ante las denuncias que hicimos todos de discriminación a nuestros paisanos en todo el mundo - y que, como dato cultural, tuvo como antesala la "maravillosa" publicidad de Burger King en España, de la "Texican Whooper" - vale la pena reflexionar sobre las pequeñas muestras xenofóbicas que ocurren todos los días, en nuestra propia tierra, y que parecen pasar desapercibidas.


Hace un par de semanas discutía con una amiga sobre la percepción que existe en algunos círculos burgueses sobre si el fútbol es para "nacos" o no. Cabe definir aquí lo que se entiende en mi país por "naco"; el cliché indica: una persona de muy bajos recursos económicos, generalmente de piel oscura, cabello negro e hirsuto, a la que le gusta la cumbia y demás música "guapachosa", que adorna el tablero de su auto con "peluche", cuelga un zapatito de su hijo más pequeño en el retrovisor, usa una ostentosa cadena de oro falso alrededor del cuello, habla con peculiar acento y, usualmente, su vocabulario está restringido al doble sentido y otras guarangadas.


La sola palabra "naco" implica discriminación y en mi país la hemos usado desde mucho tiempo atrás. El refrán al que hago alusión en el título de este post "No tiene la culpa el indio...", también es una muestra más del racismo incorporado a nuestra cultura desde la época de la conquista. Acá, donde vivo hoy, escuché una expresión que me hizo reír: "ese celular es marca 'Flecha'... 'flecha', porque cualquier indio lo trae". Parece ser que, en América Latina, todavía estamos muy lejos de dejar atrás la sensación de incomodidad que nos provoca nuestro antepasado autóctono.


El tema es que, ante la discusión con mi amiga de si el fútbol es o no es para "nacos", apareció un magnífico ejemplo en mi tierra, de lo que yo denomino un "auténtico naco" - sí, lo acepto, en cierto grado, también discrimino. Y lo vino a dar, ni más ni menos, que un futbolista a quien el propio pueblo ha hecho sentirse el mismo Zeus.


En una declaración ante la prensa de mi país, el "futbolista" en cuestión, al verse acosado por los medios ante la ineptitud e incompetencia de la selección nacional - que si me permiten la acotación, a cualquiera que no cumple los objetivos en una organización, llámese empresa privada o selección nacional de fútbol, se le exigen cuentas y se le mide por el logro de objetivos - explotó, con una salida de lo más racista y ofensiva contra nuestra nación. En pocas palabras, redujo a todos los periodistas en la sala a algún estado inferior del ser humano sólo por vivir en un país latinoamericano, porque "Él", dios del Olimpo, subido al cielo glorioso por la propia afición, "ya jugaba en Europa" - calentando el asiento como jugador sustituto, pero un asiento de la banca europea, que no es lo mismo que la banca latinoamericana.


Bajo el enfoque de este individuo, cualquiera de nosotros que vive en suelo por debajo del Río Bravo, es un pobre diablo y, tipos como él, que por el simple hecho de haberse desplazado geográficamente - cualidad que tiene cualquier bípedo, cuadrúpedo y demás -, es merecedor de la envidia de millones y millones de latinoamericanos. ¿En qué momento de nuestra historia moderna nos creamos ese complejo como pueblos? ¿Cómo pedimos al extranjero que nos respete, cuando nosotros mismos nos empujamos hacia abajo y nos discriminamos los unos a los otros?


"No tiene la culpa el indio, sino el que lo hace compadre", dice el dicho popular, y tal vez no tenga la culpa este futbolista de cuarta, que desde su perspectiva, salió de un país de tercera (del tercer mundo) y al que se le olvidan las raíces. Pero me queda claro que, más que la piel morena, más que la joyería falsa, más que el vocabulario, la situación económica o el fútbol, lo que hace a un "auténtico naco" en mi tierra, es la manera de pensar.

4 comentarios:

  1. Está bien! Confieso que he sido un “naco” por enojarme con policías corruptos y pilotos de microbús y llamarles “nacos”. Otro aprendizaje! (he aprendido a golpes desde el viernes pasado)

    Estoy de acuerdo contigo, pero de cualquier forma, sí creo que merecemos respeto en este momento los mexicanos.

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  2. Nunca había ledo o escuchado una descripción tan exhaustiva de un "naco", que en mi país se llama "niche" y que tiene características físicas un poco diferentes... pero no mucho.
    Eso si, en mi país se escribe "hirsuto"...
    Y si quieres un ejemplo de la dsicriminación en el primer mundo, echale un vistazo al blog que voy a publicar hoy que trata de eso...

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  3. Gracias por enseñarme que yo también soy un nacazo!

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  4. ¡Bravo! Me quito el sombrero ante este ensayo que refleja claramente el racismo del que somos víctimas por parte de quienes se creen superiores, y que a la vez infligimos a los que consideramos inferiores...
    Un beso desde el lluvioso DF, que tanto me recuerda a los locos días bogotanos...

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