sábado, 3 de octubre de 2009

El eterno forcejeo

Hace unos días leí un "tweet" de una amiga que me hizo reflexionar con profundidad sobre uno de los principales problemas que aquejan a la humanidad postmoderna o sobreviviente a la revolución industrial: entrar en unos jeans recién lavados.

El "tweet" no sólo me hizo reflexionar sino que en cierta forma me trajo alivio, pues entendí que eso de lograr ajustarse nuevamente unos "jeans recién lavados" no sólamente era un reto para mí que - siendo honestos, no soy una 'varita de nardo' - sino para cualquier mortal; incluso investigué en Wikipedia y hasta Houdini prefería encadenarse bajo el agua, en una caja fuerte con candados, con una camisa de fuerza y tiburones a su alrededor, antes de incluir en sus presentaciones trucos con "jeans recién lavados".

Y la reflexión viene al caso porque el trauma se repitió hace un par de semanas, cuando por la mañana de un domingo quise ponerme "cómodo" para disfrutar del fin de semana y al tomar mis jeans del clóset pude sentir en cuanto los toqué que la acción del Rendidor Cloralex había surtido efecto sobre ellos.

Una rabia inmensa me golpeó la cabeza porque mis jeans fueron lavados sin avisarme, y moldear esos jeans me había tomado MESES de esfuerzo, no sólo de aflojarlos sino de "curtirlos": me revolqué en terregales con ellos, les derramé todo tipo de líquidos (incluyendo baba de las comidas), los restregué contra el piso para sacar un par de manchas y les impregné mi olor característico para poder reconocerlos en caso de que ocurriera una de esas leyendas urbanas en las que cuentan que "qué pasaría si ese día al salir de casa te atropellan y te tiene que recoger una ambulancia y te quitan los pantalones"... a mí no me interesa con qué calzones vaya ese día, y si tienen hoyos o no, sólo me interesa recuperar mis jeans del repositorio del hospital!

Todavía manteniendo la calma, tomé los jeans, respiré hondo, como ignorando que estaban recién lavados y empecé a ponérmelos, pensando que si ellos no se daban cuenta que yo ya estaba predispuesto, entrarían sin problema alguno. Pero eso no ocurrió. En el trayecto de la rodilla al muslo se aferraron a la pierna con la furia con la que un gato se agarra de un poste cuando intentan bajarlo los bomberos. Y empezó "el eterno forcejeo". Me tiré en la cama y comencé a revolcarme como gusano pero ni así cedían y, para agravar el asunto, desde la sala escuché a alguien gritarme: "qué te pasa?? estás jugando a la larva??!".

Me levanté colérico, tomé los jeans por las piernas y comencé a azotarlos contra el piso una y otra vez, con la intención de que cedieran en su voluntad de fastidiarme la existencia. Repetí la operación un par de veces, hasta que desde la sala alguien me gritó: "qué te pasa?? estás castigándolos por la pizza y la cerveza que te tragaste anoche??!".

Ciego de furia, me los puse de vuelta y tiré de ellos para subirlos con fuerza hasta donde llegaran, ya nada me importaba. El movimiento fue tan agresivo que logré doblegar su voluntad y subirlos como correspondía. Sin embargo, la sensación horrible que suele experimentarse con los "jeans recién lavados" fue más incómoda que de costumbre. Me miré al espejo y noté - horrorizado - que había logrado subir los malditos pantalones, pero me los había puesto al revés! Casi me puse a llorar, cuando escuché desde la sala un grito: "qué te pasa?? no sabes distinguir el frente??!".

Me saqué los malditos pantalones, los arrojé contra el piso por desafiarme, les encajé un par de patadones, los maldije a ellos y a sus descendientes por 6 generaciones, y finalmente los lancé al cesto de la basura, con un profundo sentimiento de derrota.

Aceptando la realidad, completamente vencido, alcé la voz para reclamar y preguntar: "hoy no voy a usar los malditos 'jeans recién lavados'... dónde están mis jeans viejos y completamente domesticados??!!", a lo que una voz fría y lapidaria respondió con crueldad: "esos que intentabas ponerte con tanto ahínco son tus jeans viejos y 'domesticados", no los has mandado lavar desde hace meses!!".

4 comentarios:

  1. No hay nada como unos pantalones de liga en la cintura para estar bien cómodos y verse a la moda!!! Ah! y si te ves gordo, siempre le pudes echar la culpa a los pantalones que no son muy "favorecedores"...

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  2. Neher, qué haría yo sin tí... me has regalado casi todos los "official statements" que me ayudan a vivir!!

    Thanks again!

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  3. Los jeans de ninguna manera deberian perder la forma que con tantos sacrificios le hemos dado con nuestra bien ponderada barriga, NO HAY DERECHO. He decidido con tan bien fundamentada reflexión... que si para que mi trabajo y mi sacrificio permanezcan intactos (jeans ormados) he de usarlos eternamente sucios y apestosos asi me provoque a mi misma un desmayo por tan fetido olor....TOTALMENTE VALDRA LA PENA

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  4. Renix, estoy contigo! Organiza el grupo en FB llamado "Yo también uso jeans hediondos".
    Un besote!

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