sábado, 11 de julio de 2009

Alegría malsana

Tengo que confesarlo: disfruto enormemente de la alegría malsana, esa que te hace desternillar de risa cuando a alguien le pasa algo y te sabes inmune. Pero también confieso que cada vez creo más en el karma, porque siempre que me burlo de algo inevitablemente se me regresa. Aun así, creo que por más que el universo me siga devolviendo las cosas multiplicadas por siete, no dejaré de disfrutar de mi alegría malsana!

En el edificio en el que vivo trabajan dos policías "dizque" cuidándolo. Ambos son buenas personas, pero hay que decir que mucho de policías, lo que se dice policías, no tienen... o bueno, depende de las características que definen a un policía. Digamos que no cumplen con el prototipo del policía, pero sí con el estereotipo: son medio gansos en su oficio.

Uno de ellos, particularmente, se queda dormidísimo siempre que puede (no digo siempre que quiere, porque estoy seguro que lo hace contra su voluntad). Algunos vecinos se han quejado de que vigilar, lo que se dice vigilar, no se le da. La cosa es que la semana pasada iba yo saliendo por la mañana del apartamento y para sacar mi carro el policía en cuestión debe abrirme la puerta del estacionamiento. Yo montado en el auto esperé y esperé, y nada, así que encolerizado me bajé y fui hasta la casetita que tienen, sólo para encontrarlo sumido en el más profundo sueño. Hasta roncaba el infeliz! En ese momento fui consciente de la oportunidad que tenía, y tuve que contener mi risa interna para no delatar mi chascarrillo. Esperé unos segundos hasta que viniera su ronquido más profundo para moverle la silla como degenerado, gritándole: "ME ABRE EL ESTACIONAMIENTO, POR FAVOR!". El tipo se sacudió como endemoniado, se le escapó un gas y, entre el sopor del sueño, la peste del gas, algo de molestia y vergüenza, accedió en el acto.

Varios días me duraron las carcajadas internas cada vez que recordaba el cuadro, hasta que llegó esa noche fatídica en la que, al no circular mi carro (acá el "Hoy no circula" se llama "Pico y Placa" y aplica para todos los autos, no importa el año de fabricación), tomé un taxi de regreso de la oficina y llegué un poco tarde a casa. Hacía frío y el cielo relampagueaba en medio de la noche, como si fuera un mal agüero. Me bajé del taxi y caminé hacia la entrada del edificio. Ahí, ineluctáblemente uno debe tocar el timbre y esperar que el policía abra la puerta, así que lo hice, pero nada pasó. Nuevamente hice sonar el timbre y nada. Nadie parecía escucharlo. Primero me encabrité, bien encabritado, y pensé: "este haragán otra vez se durmió!". Luego me empecé a preocupar porque la lluvia era inminente y yo no quería que se me mojara mi traje Ermenegildo (Galeana). Así que empecé a pegar de golpes en la ventana para lograr arrancar al tipo de las garras de morfeo, donde quiera que se hubiera quedado dormido. La lluvia se soltó inclemente y no sólo mojó mi traje Ermenegildo (Galeana) sino hasta mis calcetines con rombos, que fue lo que más rabia me dio!

En eso, en medio de la oscuridad de la noche lluviosa y presagiosa, por la acera de la calle vi caminar una figura oscura, con paso desafiante, dirigiéndose a mí. La sombra lo cubría de pies a cabeza y lo hacía lucir espeluznante y colosal. El viento le hacía volar una especie de capa y el cabello, de tal forma que parecía acercarse el propio Lucifer. En ese momento me entró terror y empecé a golpear la puerta de la entrada como un condenado, gritando: "Por favor, señor policía, déjeme entrar, por amor de la virgencita, el santo niño de atocha y el señor caído de monserrate!". Nadie me abrió. Me sentí perdido, abandonado a mi suerte que segúramente sería fatídica con ese ser demoníaco que en un par de segundos estuvo frente a mí.

Una milésima de segundo antes de que yo perdiera el control de los esfínteres, tirado en el piso llorando de desesperación, la luz de la entrada alumbró aquélla figura, sólo para descubrirme que era el insecto policía, cubierto con un rompevientos, despeinado después de su maldita siesta de tres horas. Mirándome en el piso, tirado, como perro atropellado, el policía se limitó a decir: "ya, no chille, ya le abro... estaba en el estacionamiento abriéndole la puerta a alguien más."

3 comentarios:

  1. Jajajajajajajajaja me mejoraste el día con este escrito... kike y yo lloramos de la risa... está muy bueno...
    A próposito de donde sacaste que los "celadores, vigilantes o guachimanes que llamamos en Colombia" son policias?... ni arma tienen solo un palo y un radio de pilas que usan como única distracción para no dormirse...

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  2. CASI PIERDO EL CONTROL DE MIS ESFÍNTERES' JAJA JAJA JAJA JAJA JAJA JAJA,
    ESTA ES UNA ANECDOTA Y NO PEDAZOS.
    NO CABE DUDA Q ESCRIBIR ES LO TUYO!!
    PORFA ESCRIBE MAAAAS!

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  3. Gracias! sus comentarios me hacen perder la vergüenza de escribir sobre mi ridícula eSiXtencia!

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