domingo, 22 de marzo de 2009

Memorias "defequenses"

Toda mi vida fui "defequense".



Prefiero el término "defequense" - el cual yo mismo he creado - a "chilango" o "capitalino" porque creo que en "defequense" se encierra un juego de palabras que describe mucho mejor lo que es la vida en el Distrito Federal. Tristemente, la calidad de vida de quienes vivimos en los alrededores o dentro del DF no es nada envidiable. Pero no me ocupa hoy hablar de lo que implica ser "defequense", sino deseo establecer cuál es mi origen y la razón de este blog.



Soy "defequense" y hace tan sólo unos meses, decidí dejar toda mi vida en el Distrito Federal para ir a radicar a Sudamérica. La decisión de dejar atrás la vida entera, incluyendo familia, amigos, hábitos y costumbres (buenas o malas), comida y bebida (que en el caso de un mexicano, se podrán imaginar lo complicado que puede ser dejar atrás una buena salsa taquera o una michelada con Corona), y un sinfín de peculiaridades que componen la cultura de un país y una ciudad, ha sido la más difícil y egoísta que he tomado en la vida.



Más allá de los comentarios sobresaltados de un sinfín de amigos y conocidos cuando compartí con ellos el nombre de mi país de destino, lo complejo ha sido decidirme a dejarlo todo atrás para empezar "casi de cero" en un nuevo lugar.



Estoy consciente de que en un mundo "globalizado" (extraño término para un mundo que siempre ha sido "global") hace mucho tiempo que existen personas que dejaron su lugar de origen para ir a reinventarse a sí mismos a otro lado; sin embargo, la experiencia vuelve a ser completamente nueva, cada vez que un individuo se lanza "al vacío" una vez más, día tras día, y su gente lo ve partir sin saber cuándo volverá. No se altera sólo la vida del individuo, sino de todas aquellas personas y cosas que lo conforman, sin mencionar que llegará a alterar las vidas y el curso de las cosas del lugar al que habrá de arribar.



Por eso, porque creo que nada hay más emocionante en este mundo que salir a descubrirlo, a encontrar las pequeñas y grandes diferencias entre una latitud y otra, de retarse y descubrirse a sí mismo, cambiándose por completo los esquemas a los que el hombre se acostumbra tan fácilmente, es que me ha parecido imperioso abrir este espacio. Aquí quiero compartir las experiencias que, desde mi diminuta perspectiva, le ocurren a un "defequense" más allá de su suelo azteca, de la misma forma en que cualquier ciudadano del mundo las debe vivir en cualquier lugar de este lastimado planeta.

8 comentarios:

  1. Me gusta, Juan Valdez... Afortunados quienes tienen los "guts" y la claridad de mente para tomar una decisión así...

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  2. Banck, sólo puedo decirte: gracias.

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  3. Aquí otra "defequensa" autoexiliada. Gran odisea, en efecto! Seguiré atenta tus viviencias!

    Sabes algo más, el reto de redescubrirte (o descubrirte si nunca lo habías hecho) estando alejado o ausente de lo que es tuyo y en la (seudo) soledad.

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  4. hace mucho tiempo Juan Valdez me aconsejó lanzarme al vacío y disfrutar del vértigo del mar abierto....aún se lo agradezco a pesar de algunas tormentas que me tocaron sortear.
    Ojalá ahora que él lo vive lo disfrute tanto como yo.

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  5. deAlva, algo bueno del autoexilio es poder salir a correr entre árboles, en vez de correr entre microbuses, no? ;-)

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  6. El mar abierto es para los grandes navegantes...

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  7. Que interesante que tu te pierdes entre los números de la batalla naval que definen los rumbos de una ciudad verde entre montañas y parques, y yo me pierdo entre ríos, presidentes y ciudades europeas, en una ciudad de cemento con montañas escondidas tras un velo de contaminación. Y mientras extrañas tu salsa taquera, yo extraño un ajiaquito santafereño y los jugos cargados del sabor de las frutas de una tierra que baila vallenatos, toma agua de panela y, estoy segura, aún no sufre lo que es el verdadero smog.

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  8. Muchas veces me enseñaste a lanzarme al vacío y no sabes cuánto lo agradezco.

    Con mucha admiración te estaré seguindo por acá...y no olvides extrañar las torres de satélite!

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