Dicen aquí, al arribar el décimo segundo mes del año: "llegó diciembre con su alegría". Lo que no dicen es que después, inevitablemente, llega enero con su depresión. Volver a las actividades diarias después de unas ricas vacaciones es casi misión imposible. Por eso, compartimos aquí algunos tips para no morir en el intento.

El primer día finja seguir de vacaciones. 'Llévesela leve', no se siente a atender los pendientes como si estuvieran a punto de matarlo (aunque así sea). Levántese a charlar con los vecinos oficinistas para intercambiar anécdotas de las fiestas de fin de año. Si el teléfono suena, levántelo y cuélgelo de inmediato... ¿qué clase de loco espera que usted conteste el teléfono el primer día de trabajo?

Adapte un lugar a manera de piscina. No necesita grandes superficies de agua para sentirse "mojado". Bastará con encerrarse en el baño, tapar el lavamanos y aflojarse un poco la corbata para refrescarse la cara con agua del grifo. Claro, es importante cerrar los ojos e imaginarse que es brisa marina, de lo contrario el sonido del retrete desalojando su carga puede acabar con la ilusión.

Si su alucinación interviene con su trabajo, deje el trabajo. Si al cabo de un par de semanas, usted simplemente no consigue levantarse temprano, ni entrar en los malditos zapatos de oficina, ni se hace a la idea de que volvió a la rutina laboral y empieza a notar que perdió el espectacular bronceado que se trajo de 'souvenir' de sus vacaciones... renuncie! Lo peor que puede pasar es que se muera de hambre con toda su familia pero bien vacacionado.